Bajo la batuta de Arturo Diemecke se inicio la velada con el Concierto para piano de Scriabin. Obra de su juventud, fue escrita en unos pocos dias en el otoño de 1896, aunque no terminó completamente la orquestación hasta Mayo de 1897. El compositor se encontraba todavía en su periódo romántico y la obra tiene pasajes que podrián haber venido dirctamente de la pluma de Chopin.
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Moutouzkine, una revelación pianística
Teatro Colón
Jueves 23 de Julio de 2015
Escribe: Andrés Hine
Programa:
A. Scriabin: Concierto para piano en Fa sostenido Menor, Op. 20
A. Bruckner: Sinfonía No. 6 en La Mayor
Orquesta Filarmónica de Buenos Aires
Director: Arturo Diemecke
Solista: Alexandre Moutouzkine
Bajo la batuta de Arturo Diemecke se inicio la velada con el Concierto para piano de Scriabin. Obra de su juventud, fue escrita en unos pocos dias en el otoño de 1896, aunque no terminó completamente la orquestación hasta Mayo de 1897. El compositor se encontraba todavía en su periódo romántico y la obra tiene pasajes que podrián haber venido dirctamente de la pluma de Chopin. Los tres movimientos, Allegro, Andante y Allegro Moderato, cada uno con sus caractrísticas individuales, forman una unidad delicada y atrayente. Alexandre Moutouzkine se desempeñó como solista en este concierto, el único que escribó Scriabin para piano, y cumplió un destacado trabajo que puede ser analizado desde dos puntos de vista. Por un lado de un sonido abundante donde lució su técnica perfecta. Por otro lado sedujo con la calidez de su expresión, la belleza y redondez de su sonido, y la inteligencia constante que muestra en el fraseo y en la exposicion estructural de la obra. Un gran artista para tener permanentemente en cuenta.
Bruckner compuso su sexta sinfonía an La mayor entre Septiembre de 1879 y Septiembre de 1881. Consta de cuatro movimientos Maestoso, Adagio, Scherzo y Finale (movido pero no demasiado) y aunque posee muchas de la características de sus otras sinfonías, es el que más difiere de todas las demás. Sus temas son excepcionalmente hermosas y sus armonias tienen momentos de sutileza y audacia. La instrumentación e imaginativa y demuestra un dominio completo de la forma clásica. La interpretación de Diemecke fue respetuoso al sentido de la partitura, sin ser rutinario, con un alto sentido de profesionalidad y exigencia sonora. Su versión cuidó los aspectos técnicos como el equilibrio sonoro, el fraseo y la precisión. La Orquesta Filarmónica respondió de forma entusiasta y correcta. La obra respiró un cierto aire de distinción muy agradable que fué calidamente apreciado por el público.